• SABÍAS QUE...
    • De cada 3 litros de leche que se producen en Chile 1 proviene de la Región de Los Ríos
    • El consumo de lácteos en Chile bordea los 150 litros per cápita
    • Río Bueno es la comuna que más leche produce en Chile (15%)

Fanáticos del riego

  • Nacional
  • 14 septiembre 2020
  • El Mercurio - Revista del Campo
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Ningún rubro ni zona del país se escapa a la revolución del riego tecnificado. En la zona central está ayudando a los hortaliceros a prosperar en medio de la sequía y en el sur multiplica la producción de leche. Hablamos con agricultores de distintas zonas del país, quienes lideran la modernización del uso del agua.

Tecnificarse o dejar de producir

Alfredo Rojas tiene 49 años y su vida la ha pasado entre cebollas, alcachofas y melones. El hortalicero trabaja 60 hectáreas en Colina, casi todas arrendadas, y ha visto cómo Santiago le quita cada vez más espacio a la actividad agrícola. Teme que con los años tenga que buscar otro lugar para seguir sembrando y cosechando. Sin embargo, tiene un desafío más urgente y simple: seguir produciendo, aunque cada año tiene menos agua.

'Arrendé un campo de 10 hectáreas en 2017. Tenía un pozo que daba 40 a 50 litros por segundo tradicionalmente, pero en los últimos años bajó a solo ocho litros por segundo. De las 10 hectáreas, solo podía regar cuatro, es decir, estaba pagando por seis que no usaba. Con ese costo, los números no me daban. Me vi ante la posibilidad de entregar el arriendo y dejar de producir hortalizas allí', recuerda Rojas.

El agricultor de Colina explica que en otros campos que arrienda, que son regados por agua del Maipo, también se ha sentido la baja en el acceso a agua.

Pero en 2019 realizó un cambio histórico en su forma de regar. En el campo de 10 hectáreas, ubicado en el sector de Los Ingleses, en Colina, instaló cintas de riego y una bomba para impulsar el agua sacada del pozo. Este año sumó un tranque para almacenar 12 mil metros cúbicos. En total tuvo que poner 15 millones de pesos. Sus ahorros, la apuesta por mayores ventas futuras, y préstamos de amigos le ayudaron a cubrir esa cifra.

'Soy un productor grande como para obtener beneficios del Indap, pero como no tengo mucho terreno y casi todos son en arriendos por un año, no tengo acceso a la banca o a los programas de riego del Gobierno', explica Rojas.

A pesar de la dificultad para instalar el riego tecnificado, hoy el hortalicero está muy contento. Gracias a la mayor eficiencia, pasó a regar la totalidad de las 10 hectáreas del campo.

De paso, Alfredo Rojas también ahorró en fertilizantes, pues se entregan vía la línea de riego directamente a cada planta, y en personal encargado, pues ahora solo necesita una persona y no un grupo de trabajadores como cuando regaba por surco.

'La inversión ya se pagó con la mayor producción y los ahorros. Además, la calidad de las hortalizas mejora, por lo que es más fácil venderlas. Es muy rentable. Creo que el riego tecnificado nos permite a los productores de hortalizas dar un salto en el negocio. No me canso de recomendarlo a mis colegas. Si no nos subimos a ese carro, nos vamos a ir achicando y dejando de producir por los costos y el menor acceso al agua', argumenta Rojas.

El próximo paso del horticultor es tecnificar el riego de 20 hectáreas que usan agua del río Maipo. Eso sí, aquí suma otro desafío: las aguas del cauce vienen cada vez más turbias, 'es como inyectarle chocolate a las cintas de riego', por lo que, además de las consabidas bombas y plásticos para conducir el agua, necesita comprar maquinarias para filtrar.

Al mal clima, buen riego

El verano fue muy caluroso en Retiro, en las cercanías de Linares. Waldemar Rojas, como productor de remolacha, sabe que si las hojas pierden agua y se marchitan, usan el azúcar que se acumula en la raíz para volver crecer. Como recibe su pago en base a la cantidad de ese producto que contiene la raíz, no entregar el agua que necesita la planta es dejar plata sobre la mesa.

En todo caso, Waldemar Rojas llevaba bastante tiempo preparándose para un evento como ese. Hace 15 años se metió en el cultivo de la remolacha y dejó atrás otros cultivos anuales, como el trigo. El cambio implicó pasar a regar de manera tecnificada las 12 hectáreas de remolacha que tiene en la actualidad. Gracias al apoyo de Indap y a la orientación de Iansa, optó por riego por aspersores, más barato que el clásico pivote que se asocia al cultivo. Todo su sistema de propulsión es portátil, con un tractor que traslada una bomba que toma e impulsa el agua por los diferentes potreros de su campo.

Sin embargo, ese fue solo un primer paso. Una cosa es tener 'los fierros' y otra saber usarlos. Este año fue el momento en que Rojas mostró cuánto ha avanzado en su estrategia de riego. En su celular recibe constantemente los niveles de evapotranspiración de sus plantas de remolacha que le envían los técnicos de Iansa. En base a esa información, programa su pauta de riego para la semana.

'Hay que entregarle el agua que pierde la planta. No se trata de echarle de más, como algunos piensan. Si se hace en exceso, el agua desplaza el oxígeno del suelo y ahoga la planta. Todo riego tiene que hacerse en base a la información oportuna sobre la situación de la planta, no por lo que se hace por costumbre. En mi caso, trabajo desde hace cuatro años con la información digital gracias al teléfono móvil y la experiencia es muy positiva en cuanto a rentabilidad', sostiene el agricultor de la Región del Maule.

Rojas explica que en la cosecha de 2020, gracias al uso de aspersores y a los datos de evapotranspiración que le llegaban a su celular, pudo sortear de muy buena forma el golpe de calor y la sequía.

El agricultor de Linares sacó en promedio 139 toneladas de remolacha por hectárea. El nivel de polarización llegó a 18,5%. La empresa procesadora paga un bono sobre la base de 16% de polarización. Ese 2,5% extra es más plata para el bolsillo de Waldemar Rojas.

'El precio base fue de US$ 46 por tonelada. Sin embargo, gracias al riego que se hizo, subió la polarización de la remolacha y pasé a obtener el equivalente a US$ 51 por tonelada. Ese resultado me tiene muy contento, teniendo en cuenta que se logró a pesar del clima caluroso. Se debe a la tecnología de riego que tengo hoy. Si me hubieran contado hace 15 años que iba a tener estos resultados, me hubiera parecido increíble', sentencia Rojas.

Lechería de dos pisos

En teoría, la producción de leche no tiene mucho que ver con el riego. Principalmente, las vacas sureñas de Los Ríos o Los Lagos se alimentan con verdes praderas. El crecimiento del pasto se daba sin necesidad de riego, sino que gracias a las abundantes lluvias que históricamente caían en La Unión y Osorno. Tanto es así que hasta hace muy poco para muchos agricultores, y no pocos expertos, el riego tecnificado era una inversión que no se justificaba.

Sin embargo, la percepción ha comenzado a cambiar.

'Si te interesa crecer como productor de leche, tienes dos opciones: compras el terreno de tu vecino y mandas vacas para allá o intensificas la producción de leche en tu propio campo. Si quieres hacer lo segundo, tienes que producir mayor cantidad de materia seca para alimentar a los animales. Para eso, el riego tecnificado es clave', afirma Marcelo del Río, gerente de la sociedad agrícola Las Mercedes, en la Región de Los Ríos. La empresa ha servido de modelo para conocer el impacto del riego en las lecherías sureñas.

La empresa que gestiona Del Río tiene 150 hectáreas bajo carrete, 134 hectáreas con pivote y 70 hectáreas regadas con el sistema de tazas. El ejecutivo explica que el riego permite darles un 'segundo aire' a las praderas en verano, justo cuando más se necesita.

'Aunque en nuestra zona llueve bastante en el invierno, en la primavera y el verano el clima es más seco. Con los años, esa tendencia se ha hecho más marcada, con cuatro meses de muchas precipitaciones, pero con ocho en que llueve cada vez menos. Para los que no riegan, implica caer en un círculo vicioso, con lo que llegas con praderas muy pastoreadas al otoño', sostiene Marcelo del Río.

No se trata solo de generar más pasto, sino que el riego tecnificado, adicionalmente, permite la generación en el mismo campo de cultivos como la alfalfa o el maíz, que ayudan a complementar la alimentación en verano y son centrales en el forraje que se les entrega a los animales en otoño e invierno.

Según cuenta Del Río, con el riego tecnificado logran producir 26 toneladas de materia seca por hectárea en el cultivo del maíz. Si solo fuera un cultivo de secano, llegarían a 12 toneladas por hectárea. Adicionalmente, logran una materia prima con una mayor cantidad de almidón, elemento clave para que las vacas produzcan más leche.

Según cálculos de Aproval, gremio que reúne a los lecheros de Los Ríos, un kilo de materia seca producido en secano tiene un costo cercano a los $45,3 por kilo, mientras que uno con sistema de pivote se eleva a $57,3 por kilo, considerando una inversión que se amortiza en 10 años.

Aunque a primera visita pueda parecer antieconómico, esos $10 más por kilo más que se compensan en el resultado final si se piensa que un kilo de materia seca puede llegar a costar cerca de $148 el kilo si se sale a comprar en el mercado abierto, casi $90 adicionales.

'Lo que logras con el riego tecnificado es construirle un segundo piso a tu lechería. En un rubro de márgenes tan estrechos como este, el riego te permite seguir siendo rentable. Entras en un círculo virtuoso', resume Marcelo del Río.

El loco del riego

La fecha y el lugar no ayudaron a Roberto Puschel. En 1998 instaló en Gorbea, a 45 kilómetros al sur de Temuco, un pivote para regar el campo de su familia. La tecnología la había visto a comienzos de los años ochenta en Alemania, donde hizo su práctica en el área agrícola, y luego los vio aparecer también en la zona central de Chile. Sin embargo, cuando lo instaló en el campo de La Araucanía, sus vecinos lo miraron con asombro.

'Pensaban que estaba loco', recuerda Puschel, entre risas. En Gorbea, por generaciones la agricultura había sido de secano, y sus vecinos veían al pivote como un gasto innecesario. A fines de los años 90, el campo de los Puschel tenía cultivos anuales y una lechería. La tecnología demostró hacer más eficiente el campo, y con el tiempo sus vecinos comenzaron a imitar la jugada de Roberto Puschel.

Sin embargo, unos años después, tras el fallecimiento de sus padres, el campo familiar se dividió. Al agricultor le quedaron 80 hectáreas, superficie que hacía inviable la lechería. Decidió arriesgarse nuevamente y plantó en 2009 cinco hectáreas de cerezos, en ese entonces un cultivo poco conocido en el sur.

La experiencia ganada con el pivote fue la que lo convenció que en el sur también se podía producir fruta si se apuntaba al riego tecnificado.

'Hay que tener en cuenta que la topografía que hay en el agro sureño, con sus lomajes suaves, no permite el riego por surco. Además, tenemos suelos de trumao, que son de origen volcánico y tienen un drenaje muy grande; echas a correr agua y cincuenta metros más allá desaparece. Por eso que en Gorbea no había costumbre de producción de fruta fresca. El uso del riego tecnificado es lo que permitió la llegada de la fruticultura', sostiene Puschel.

El agricultor partió con un sistema de riego por goteo, pero luego incorporó uno de aspersión. Una de las diferencias en el sur es que la presencia de heladas es más intensa que en la zona central. El uso de aspersores cumple un papel doble: cuando está a ras de piso sirve para regar las plantas y cuando se sube, permite combatir las heladas.

Puschel aclara que aunque en el sur llueve bastante más que en la zona central, las precipitaciones se concentran en invierno. Por eso el riego es clave en primavera y verano, cuando se produce el crecimiento de las frutas.

Acompañado por el riego tecnificado, Roberto Puschel ha seguido plantando cerezos. Este año sumará otras 10 hectáreas y para 2021 plantará otras 20. Su proyecto es completar las 80 hectáreas de su campo con ese frutal.

Para tener más seguridad de riego -parte de su agua viene de un estero colindante-, Puschel ha construido un par de pozos en su campo. Ese afán de avanzar en el riego lo ha convertido en un punto obligado de peregrinación para los grupos de transferencia tecnológica de La Araucanía. 'Me gusta mostrar lo que he aprendido en riego. Soy un agradecido de los grupos de transferencia, pues se aprende mucho con ellos', sostiene.

Como está creciendo fuerte en cerezas, pero sigue estando muy lejos de las centrales de embalaje, está trabajando en mejorar la condición de poscosecha de su fruta. Como no podía ser distinto para un 'loco del riego', le sacará partido al manejo tecnificado del agua: levantará un hidrocooler, que le permitirá bajar rápidamente la temperatura a las cerezas y minimizar el deterioro mientras viajan al Maule o a O'Higgins a ser procesadas y exportadas.